En los últimos años el precio de la tierra ha crecido exponencialmente. Si comparamos el precio de venta promedio por hectárea de tierra en dólares corrientes (de acuerdo a datos de DIEA-MGAP) con el correspondiente al 2000, encontramos que el mismo se multiplicó 13 veces. El crecimiento es algo menor cuando se considera el precio en una unidad constante, en este caso en pesos constantes, habiéndose multiplicado casi por 5 en igual período.
La tierra es un bien inmueble cuya oferta es limitada y cumple con determinadas características que hacen que su precio tenga diversos determinantes. Por un lado, la tierra es un bien que ha sido tradicionalmente objeto de inversión, adquiriendo el rol de reserva de valor. De esta forma, su valor dependerá de su capacidad de generar rentas futuras tanto sea a la hora de arrendarla o venderla. En esta línea, es importante su capacidad productiva, medida como la producción por hectárea y su rendimiento en el mercado. El análisis permiten concluir que, de forma similar a lo hallado en Lanzilotta y Lorenzo (2009), existe una relación de equilibrio de largo plazo entre el precio de la tierra, el tipo de cambio real y el valor bruto de producción ganadero.