Luego de la deflación de diciembre, el mes de enero se auguraba como de fuerte impulso en los precios mensuales producto del fin de la bonificación de la tarifa energética (UTE Premia). Este evento puntual, junto a los aumentos esperados en otros servicios públicos, que se adelantaron al primer mes del año, determinaban un piso elevado para la inflación mensual que se ubicó en 2,44% en línea con nuestra proyección puntual (2,38%). Esto determinó que la inflación interanual se situara en 9,1%, señal de que las presiones inflacionarias persisten aunque se debe notar que la confluencia de los ajustes de tarifas (UTE, OSE y combustibles), que se concentraron en enero – en mayor magnitud que años anteriores- tienen fuerte incidencia en el dato del mes.
En este sentido, la inflación tendencial que aísla los efectos de las tarifas públicas y los alimentos frescos (carnes y frutas y verduras) adquiere mayor relevancia para entender que ocurre con las presiones implícitas en el núcleo central de precios. Este componente continúa en un nivel ampliamente por encima del techo del rango meta, ubicándose en 9,4%. Esto implica una fuerte tensión en el sistema de precios, y un desafío importante para la política económica en un entorno de fortalecimiento global del dólar. En esta línea, el delicado equilibrio entre estabilidad de precios y competitividad externa se encontraría en su punto de máxima tirantez, siendo necesario reducir los incrementos de precios de los próximos meses para lograr acomodarse a un entorno más barato en dólares y reducir el desequilibrio en cuenta corriente. Si bien no se espera una mayor contracción monetaria en los próximos meses por lo expuesto anteriormente junto a la desaceleración de la actividad, cabe esperar medidas tarifarias que reduzcan, al menos mediante un costo fiscal, los aumentos de precios.
Entre fines de enero y principios de febrero se produjeron importantes lluvias que impactarían en los próximos meses en los precios de frutas y verduras. Estos productos, intrínsecamente volátiles dado su sensibilidad a eventos climáticos, representan un 4,3% de la canasta que compone el IPC por lo que se espera que el dato de febrero se vea fuertemente influenciado por el aumento de sus precios. Por tanto, dado el nivel de inflación tendencial comentado anteriormente y el shock previsto sobre estos rubros, se espera que la inflación continúe por encima de 9% en los próximos meses. De todas formas, esto implica una proyección pasiva de los precios, es decir sin contemplar medidas tarifarias que reduzca precios dentro de los rubros administrados, evento que tiene una alta probabilidad de ocurrencia dado el comportamiento reciente de la inflación y la escasez de otros instrumentos para controlarla.
Ver Informe de Inflación Nº140